Son tan solo recuerdos
diluidos en el tiempo
era una tarde gris, lluviosa
una televisión a blanco y negro
iluminaba la habitación.
En esos días
unos vellos de pubis me hacían diferente
pecando de no saber, a Luvia le dio la menstruación.
Aquella tarde de siesta, marchamos al lago
con el agua hasta el cuello
pronto, las camisetas descubrieron
una sombra entre piernas ya crecidas
y aviesos sobre el pecho, pezones.
Curiosidades, tan solo mutuas...
Vellos en mechones por mi parte
sus pechos, pequeños pechos de limón.
Inquietada, me dijo -yo tengo algún misterio
sólo lo tengo yo-
-¿Crees que no lo noto?, son tus pechos que crecen-
-No...me refiero a mi tan cerrada puertezuela-
-Si te entendiera...- dije.
-Lo he mirado esta noche-;
una puerta cerrada: mi himen...
-¿Mi que?-
-Ni que fuese tuyo sonso-...
"es mi himen"...
No pude contener la carcajada...
y de la piedra mas alta a las orillas de lago
solté explosivas carcajadas, en lo que me echaba
un clavado perfecto.
Subí a superficie.
Y en una piedra sentada, me estaba esperando
con las piernas abiertas.
-¡Mirad!- exclamaba ella.
¡Solo allí!
¡una ligera tela de carne!
-Si lo tocas se rompe... imbécil-
A pesar de que ella y yo nos conocíamos
desde niños...¡ese himen!
¡Ese himen, si que era novedad!
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